LA RESTAURACIÓN EN LA IGLESIA | Pasos y consejos bíblicos

2. LA RESTAURACIÓN EN LA IGLESIA

Restaurar es volver a colocar algo en el lugar del cual se ha desprendido. Podemos entender esto tomando el ejemplo de un hueso del cuerpo que ha sido dislocado y tiene que ser colocado o restaurado a su lugar natural. Por un lado, creemos que un cristiano necesita ser restaurado constantemente en su vida espiritual. Viéndolo de esta manera, la restauración, así como la disciplina, no es un proceso sólo para los que han caído en algún pecado, sino para todos los hijos de Dios.

Pero por otro lado, hay una restauración especial que se aplica a los hermanos que han caído en pecado. Esto nos da la idea de un ejército en batalla, cuando un miembro del equipo es herido los demás ponen una atención especial sobre él para ayudarle, aunque todos precisan ser resguardados.

En resumen, el cristiano necesita permanente restauración de su vida pasada, de su antigua naturaleza (la carne), de las aflicciones, del desánimo, del cansancio, de la debilidad, de los fracasos y también necesitará una restauración especial por el dolor del pecado.

A. Dios ha provisto herramientas para la restauración de sus hijos:

1. El arrepentimiento y la confesión.

El creyente debe confesar a Dios sus pecados y ofensas de una manera clara y específica. Confesar su propio pecado es ponerse del lado de Dios, rendirle cuentas, nombrar a la situación como Dios la nombra, y estar dispuesto a aceptar el peso de la consecuencia con la actitud de no volver a caer en lo mismo (Proverbios 28:13). La confesión debe ser dada con suma actitud de fe y confianza; con esperanza en la fidelidad de Dios y Su poder para limpiarle y otorgarle un limpio corazón (Salmo 51:2,7, 8, 10, 12; 1 Juan 2:1-2).

2. El perdón inmediato.

El creyente debe mantener la certeza que cuando ha confesado su pecado con sinceridad a Dios, Él le perdona todos sus pecados sin excepción (Daniel 9:9). Dudar del perdón de Dios es dudar de Él mismo. La sangre de Cristo no sólo ha perdonado nuestros antiguos pecados, sino que está en vigente poder y eficacia para perdonar nuestros pecados de aquí en adelante, hasta llegar a la presencia de Dios (1 Juan 1:9).

3. Los agentes humanos.

Se necesitará de otras personas que nos ayuden a sobrellevar los sufrimientos y cargas que vienen en el proceso de restauración (Gálatas 6:1-2). Necesitamos ser enseñados y aconsejados. Para esto se requiere: Humildad y profunda honestidad. Esta labor no es únicamente la del pastor sino de todos los hermanos espirituales.

4. La restitución.

Era parte de la ley de Dios (Levítico 6:4). Pero ahora es un elemento sanador para el caído. Siempre que fuere posible el hermano que ha pecado contra alguien debe buscar restituir el daño, esto le dará libertad en su conciencia y proveerá un mejor camino a la sanidad completa.

5. El servicio y congregación.

El creyente debe participar constantemente del servicio en la obra del Señor, asistir fielmente a los cultos y llevar alguna metodología para su discipulado. La comunión, la palabra, y el servicio constante serán parte de su renovación y crecimiento espiritual. A través de todo esto, el creyente es evaluado si avanza en su restauración. Es impropio que se diga que un creyente está en proceso de restauración cuando se le impide hacer hasta lo más mínimo.

Consejos para alguien que quiere restaurarse plenamente:

  • Aceptación de la responsabilidad personal.

Esto quiere decir que uno acepta su propia responsabilidad por la situación en la que se encuentra y la asume sin excusas, sin peros (Salmos 41:4; 51:4). No delega la responsabilidad a Dios (Santiago 1:13), ni a otras personas (Gálatas 6:4), ni hace depender su restauración de lo que otros hagan (Romanos 14:6, 12). Este es el paso más significativo, si alguien no acepta su propia responsabilidad no podrá continuar a los demás pasos correctamente y por ende no será restaurado (1 Juan 1:8, 10).

  • Actitud de compromiso y una firme disposición para obedecer.

Lo primero es “querer cambiar”, Dios no obligará al que no quiere ser restaurado. El creyente debe poner su voluntad para la restauración de su propia vida, Nadie debe estar más interesado que él mismo en su propia restauración. Las excusas como “Nadie me viene a buscar” no le llevarán a nada, más bien empeorarán la situación.

“Al de firme propósito guardarás en perfecta paz; porque en ti confía" Isaías 26:3

  • Eliminar los obstáculos.

El creyente debe despojarse de la desconfianza en Dios y de una imagen inadecuada de Él. Los siguientes versículos muestran la falta de confianza en Dios y sus consecuencias: "Clamo a ti, y no me respondes; me pongo en pie y no me prestas atención" Job 30:20. "A Dios, mi roca, diré: ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?" (Salmo 42:9).

También se deben derribar los sentimientos negativos para no tener obstáculos como: El temor al castigo, sentimientos de culpa y sentimientos adversos (ira, odio etc.) a causa del dolor emocional y pensamientos destructivos. La confianza absoluta en Dios y en Su palabra es la base para crecer espiritualmente, como se expresa en el siguiente versículo:

"Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas" (Proverbios 3:5,6).

B. AHORA NOS CONCENTRAREMOS EN LA RESTAURACIÓN DE LOS CAÍDOS:

Esta restauración es para aquellos hermanos:

  • Que han sido sorprendidos en alguna falta,
  • Que hayan caído en algún pecado público y se arrepintieron,
  • Qué hayan confesado por sí mismos un pecado en particular o que son débiles en caer constantemente en algún tipo de pecado.

Debemos tomar en cuenta una serie de principios a fin de hacer una correcta restauración de los hermanos caídos:

1. Arrepentimiento y Obediencia de parte del hermano caído.

Para cualquiera de los casos mencionados anteriormente se debe tomar en cuenta, en primer lugar, que el hermano muestre en todo momento una actitud de arrepentimiento y sumisión, 2 Corintios 7:10; Mateo 3:8; Lucas 15:7. De no haber esto, no se podrá ejercer una restauración en el hermano.

2. Discreción por parte de los restauradores y las partes involucradas.

Se debe procurar hacer todo lo necesario, en todo tiempo, por conservar el hecho en discreción. (Mateo 18:15; Santiago 5:19-20; Proverbios 10:12). No todo pecado debe ser llevado ante la congregación, esto produciría consecuencias muy negativas para todos. No creemos en la disciplina pública, ejercida en muchas congregaciones como “castigo”, la iglesia no castiga. Así que, el caso del hermano será considerado en sesión con el pastor y los ancianos que él crea conveniente que estén presente.

3. Misericordia por parte de todos.

Los restauradores deben actuar con misericordia, no son jueces divinos, sino que son siervos. Las críticas condenatorias, rencorosas o escandalosas, deben quedar totalmente fuera de sitio, Proverbios 28:13; 1Timoteo 1:13,16; Santiago 2:13; Mateo 5:7: Lucas 6:36.

4. Actitudes correctas en los restauradores.

La palabra de Dios nos instruye acerca de esto y nos da instrucciones claras de hacerlo con una actitud humilde y mansa. Los restauradores mantendrán, en todo momento, las actitudes correctas, tal y como Cristo lo haría con nosotros (Colosenses 3:12; Efesios 4:32; 1 Pedro 3:8; Santiago 3:17; Efesios 5:1-2). Para esto es necesario que recuerden siempre quiénes son y cuál es su condición delante de Dios (Gálatas 6:1; 1Corintios 3:18; Gálatas 6:3; Santiago 1:26; Romanos 14:4; 1 Corintios 10:12).

5. Restauración de Relaciones.

Algunos de estos casos van a conllevar relaciones resquebrajadas, en la medida que sea posible se debe procurar la reconciliación de las partes afectadas (Mateo 5:24; Romanos 12:18; 13:14).

6. El tiempo para la restauración definitiva.

Podremos decir que un hermano caído ha sido totalmente restaurado en un tiempo prudente, no definido, en el cual se muestren los frutos. Entonces, la restauración no será determinada por cuánto tiempo esté sometido a un ejercicio o a un periodo en el llano, sino más bien por cuánto ha madurado en su persona. Se debe considerar su ánimo, su fervor, su participación, su amor, su discipulado, etc.

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